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La escena contemporánea y otros escritos
más hombres que vituallas; otros aportaron más dinero que hombres. El
dinero, en suma, no era prestado por un aliado a otro. Era simplemente
movilizado de un frente financiero a otro, en servicio de una campaña
común. ¿Por qué entonces se hablaba oficialmente de créditos o de prés-
tamos y no de subsidios? Porque así lo exigía la necesidad de que los
fondos fueran administrados con mesura. El tesoro inglés o el tesoro
norteamericano no tenían otro medio de controlar al tesoro francés o
al tesoro italiano, y de evitar los despilfarros del capital interaliado. “Si
cada uno de los funcionarios aliados —observa Keynes— hasta aqué-
llos dotados de menor sentido de responsabilidad o de menor poder de
imaginación, hubiese sabido que gastaba dinero de otro país, los incen-
tivos a la economía habrían sido menores de lo que fueron”. Y ésta no
es una interpretación personal de Keynes de la conducta financiera de
Inglaterra y de Norte América. Durante la guerra, Keynes ha sido un alto
funcionario del tesoro británico. En consecuencia, ha estado enterado de
toda la trastienda de la política financiera de su país.
Pero Keynes, que reafirma de modo tan inequívoco y explícito su
convicción de que las deudas inter-aliadas no son tales deudas, no insiste
ya en proponer su condonación. “Mirando al pasado —explica— creo que
habría sido un acto de alta política y de sabiduría de parte de Inglaterra
si, al día siguiente del armisticio, hubiese anunciado a los aliados que
todas sus desidias quedaban olvidadas desde ese día. Ahora no es viable
tal línea de conducta. Los ingleses se han comprometido a pagar a Norte
América medio millón de dólares al día por sesenta años”. Una solu-
ción del problema no puede prescindir de este hecho. Mientras Ingla-
terra pague a los Estados Unidos, no renunciará a ser pagada también
por Francia e Italia. No se avendrá tampoco a que los Estados Unidos
concedan a estas dos potencias un tratamiento de favor. ¿Qué hacer
entonces? Keynes cree que la base de un arreglo podría ser la siguiente:
la aplicación, al servicio de las deudas interaliadas, de una parte de la
suma anual que Francia e Italia reciben de Alemania, conforme al plan
Dawes. 137 Una tercera parte, por ejemplo.
137 Charles Dawes, político y economista norteamericano, propuso un plan para el
pago de las deudas alemanas de la Primera Guerra Mundial.
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