Page 122 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos


               insurrección. Pero solicitó inútilmente la solidaridad de los socialistas. Y
               prefirió replegarse, sin combatir, a sus posiciones defensivas. Juzgó inma-
               dura la situación para desencadenar una decisiva ofensiva revolucionaria.
                  Hitler y Luddendorf, en tanto, vieron en la retirada comunista una
               coyuntura propicia para acometer la conquista de Alemania. Pensaron
               que, abortada la tentativa revolucionaria, nada obstruiría el camino de
               una tentativa reaccionaria. Mas a sus planes se oponían las rivalidades y
               las ambiciones que dividen en dos bandos a las derechas bávaras. Hitler
               y Luddendorf trabajan por la restauración de un Hohenzollern en el
               trono del imperio. Von Kahr y sus secuaces aspiran a la sustitución de
               la dinastía prusiana de los Hohenzollern por la dinastía bávara de los
               Wittelsbach. Su candidato es Rupprecht de Baviera.
                  Hitler y Luddendorf han descubierto, en suma, la falta de cohesión
               en las derechas alemanas. El movimiento reaccionario alemán carece
               aún de unidad. Sus adherentes se reparten entre varias sectas y varios
               capitanes. El fascismo, en Baviera, se apoda demagógicamente “partido
               nacional-socialista”, y sigue como jefe a Hitler. En el resto de Alemania,
               la mayor facción reaccionaria es el partido pangermanista, uno de cuyos
               principales leaders es Helferich, parlamentario procesional. Los junkers,
               los terratenientes, se agrupan en este partido tradicional y agresiva-
               mente anti-semita. Los industriales se concentran en el partido popu-
               lista, representado ahora en el gobierno por Stressemann, uno de sus
               estadistas  de  más  jerarquía.  De  los  rangos  del  partido  populista  no
               están proscritos los judíos, ni de su programa, más o menos oportunista
               y flexible, que acepta la república sin renegar la monarquía, ni están
               excluidos los compromisos ni los pactos con la social-democracia.
                  Las peripecias de la política alemana conducen a algunos de sus
               observadores a la adopción de un prejuicio vulgar. Se duda obstina-
               damente  del  republicanismo  de  los  alemanes.  Se  les  supone  espiri-
               tual y orgánicamente conformados al dominio de un monarca militar.
               Alemania, sin embargo, es una de las naciones más educadas y adaptadas
               a la democracia. El fenómeno fascista y monárquico ha sido alimentado
               ahí, en gran parte, por las consecuencias del tratado de Versailles y de
               la política opresora y guerrera de Poincaré. Las facciones reaccionarias
               reclutan sus adeptos en la clase media afligida por los rigores de una


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