Page 5 - La Carta de Jamaica
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[Gabriel Jiménez Emán] LA CARTA DE JAMAICA: VISLUMBRES Y PROPUESTAS PARA AMÉRICA

            En primer lugar, Bolívar se excusa diciéndole a Cullen que no
          podrá esbozar ideas luminosas al respecto. Cosa no cierta, pues
          Bolívar justamente hace aquí alarde de la que es quizá su prime-
          ra cualidad: su capacidad visionaria. De las Casas denunció ante
          el gobierno de España “los actos más horrorosos de un frenesí
          sanguinario” de los españoles. Cortado el lazo que la unía a Espa-
          ña, América forja su propio destino, al punto de impedir en aquel
          momento una reconciliación con ella. Se lamentó Bolívar de esto,
          sin embargo, diciendo que “todo lo que formaba nuestra esperan-
          za nos venía de España”. Pero “al presente sucede lo contrario: la
          muerte, el deshonor, cuanto es nocivo nos amenaza, todo lo su-
          frimos de esa desnaturalizada madrastra. El velo se ha rasgado y
          hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas; se han roto
          las cadenas y ya hemos sido libres y nuestros enemigos pretenden
          de nuevo esclavizarnos”.

                Bolívar dibuja una serie de conjeturas “arbitrarias dictadas por
          un deseo racional y no por un raciocinio probable”.

            A partir de este aserto, Bolívar nos va desbrozando el camino
          de las ideas, un camino donde el Nuevo Mundo está conmovido y
          armado para su defensa en la inmensa extensión de su hemisferio.
          Comienza entonces a fijar sus nociones en torno a cada país del
          continente. De Argentina dice que ha conducido su victoria hacia
          Bolivia (antes Alto Perú) inquietando a los realistas en Lima, con
          el saldo positivo de un millón de habitantes disfrutando de su li-
          bertad. En Chile son ochocientos mil los ciudadanos libres por los
          indómitos araucanos, quienes logran esta hazaña.

            En el Perú no puede decirse lo mismo por entonces: más de un
          millón y medio de habitantes viven sumisos al Rey de España. En
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