Page 4 - La Carta de Jamaica
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Colección
Herederos de Bolívar
I. VISLUMBRES
as ideas, cuando tienen poder revelador, parecen ser inmunes al
Ltiempo, sobre todo cuando pensamos en el tiempo más allá de
una convención cronológica —se trata de una estructura dinámica
difícilmente aprehensible— a la cual hemos dividido arbitrariamente
en semanas, meses o años con el fin de obtener puntos de referencia
para medir el hacer humano, un hacer al que hemos denominado his-
toria, cotejándolo con diversos fenómenos caracterizados a través de
disciplinas sociales, económicas o culturales que forman parte de ella.
A las ideas surgidas de esta geografía convencionalmente llamada
América —para distinguirla de la vieja Europa y de las aun más anti-
guas culturas asiáticas o africanas— le hemos venido adjudicando
conciencia por vía de los antagonismos o contrastes que presentan, al
ser comparadas a las de aquellos continentes. Un pensamiento ameri-
cano propiamente dicho apenas tendrá algo más de dos siglos, lo cual
es poco si advertimos que las ideas en Europa se vienen incubando
desde hace miles de años.
En un texto conocido como la Carta de Jamaica, escrito por Simón
Bolívar hace doscientos años, se pueden apreciar justamente algu-
nas de las ideas que intentan configurarse en los diversos escenarios
donde comienzan a moverse, siempre atenazadas por las diversas
dubitaciones que surgen a la luz de la voluntad de fundar nuestros
países, movidas por un afán de independizarse de los modelos que
pretendían imponérseles. Bolívar aprovecha la oportunidad que en
este caso le brinda Henry Cullen en la isla de Jamaica, cuando éste
le interroga acerca de “la suerte de la Patria”, esto es, el destino de
Venezuela, difícil de vaticinar por entonces, el cual corresponde sin
embargo a “los objetos más importantes de la política americana”.
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