Page 20 - Frutos Extraños
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Venus roja



        Lleva el nombre de su abuela, mi madre, la que predijo que yo no sería buena.
        Como ella, la niña no llora. Inventa y desafía. Esta tarde ha traído el dibujo de un
        caballo verde. Lo sostengo en la puerta de la nevera con un imán. La vieja celebra
        su argucia y ella se deja celebrar. Sabe que los caballos no son verdes, igual que
        no hay magia en el magnetismo: dos cuerpos que se atraen y se separan por una
        fuerza mayor. El caballo verde es un affaire que desgarro por las mañanas para
        prender la estufa. ¿Tendré que explicarle que el fuego arde y se apaga? La
        séptima noche escuché llorar al caballo. Su calor encendió el corazón de la
        bromelia. Allí las dos Giselas amarradas a una lágrima, contemplaban el
        nacimiento de la Venus roja. Yo, la muerte del caballo verde. La noche nos vela.









































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