Page 182 - Escritos de ayer y hoy
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la sociedad justa y amante de la paz. Su rostro es una linterna
para los trabajadores, para la humanidad.
Una joven, Jorgina Martínez, nos dice: “Esa integridad del
Che lo hace uno solo, en cualquiera de sus relaciones, y lo
transforma en un ejemplo para la humanidad que aspira a una
sociedad donde la fraternidad sea el núcleo fundamental de las
relaciones”.
El Che y la relación familiar como eslabón importante
en el trabajo revolucionario
En los tiempos difíciles, complejos y exigentes que le tocó
vivir, en su existencia de apenas treinta y nueve años, mantuvo
la relación familiar fraternal con sus padres, mujeres, hijos; en
fin, con sus seres queridos, en la Guerra o en la Paz.
La correspondencia epistolar es muy ejemplarizante:
Queridos viejos:
Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante, vuelvo al
camino con mi adarga al brazo.
Hace de esto casi diez años, les escribí otra carta de despedida. Según
recuerdo, me lamentaba de no ser mejor soldado y mejor médico; lo se-
gundo ya no me interesa, soldado no soy tan malo.
Nada ha cambiado en esencia, salvo que soy mucho más consciente, mi
marxismo está enraizado y depurado. Creo en la lucha armada como
única solución para los pueblos que luchan por liberarse y soy conse-
cuente con mis creencias. Muchos me dirán aventurero, y lo soy, solo que
de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus
verdades.
Puede ser que esta sea la definitiva. No lo busco, pero está dentro del
cálculo lógico de probabilidades. Si es así, va un último abrazo.
Los he querido mucho, solo que no he sabido expresar mi cariño, soy
extremadamente rígido en mis acciones y creo que a veces no me enten-
dieron. No era fácil entenderme, por otra parte, créanme, solamente, hoy.
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