Page 57 - Entre suenos y rochelas. Poemas y otros escritos
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El conuco de Tío Conejo




              Se dijo Tío Conejo, en su conuco,
              viendo la inmensidad que este tenía:
              “Sembrarlo yo solito no podría.
              Tendré pues que inventarme cualquier truco.

              Tendré que ir a buscar a un inocente
              y practicar mis cálculos malucos”.
              Y así, el dientón pensando en su conuco,
              Se fue a ‘onde la gallina velozmente.

              —Gallina, buenos días. ¿Cómo está usted?
              Le vengo a proponer un negocito:
              ayúdeme a sembrar mi conuquito
              y al usted terminar, le pagaré.


              Terminó dando el sí, la gallineta,
              mas no estaba conforme, Tío Conejo:
              “Iré donde Tío Tigre, ese pendejo,
              a montarle una astuta jugarreta”.


              —Tío Tigre, buenos días. ¿Cómo está usted?
              Le vengo a proponer un negocito:
              ayúdeme a sembrar mi conuquito
              y al usted terminar, le pagaré.

              —¡Acepto! –dijo el tigre, ilusamente.
              Pero aún Tío Conejo, no contento:
              “Tan solo faltaría Don Ruperto,
              pues pienso que con él es suficiente”.
              —Ruperto, buenos días. ¿Cómo está usted?



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