Page 16 - El Credo de Aquiles Nazoa
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La oración religiosa, cualquiera que ella sea,
desde el Padre Nuestro hasta el Credo, no es un gé-
nero literario, sin embargo, casi todas son de una
gran riqueza formal y expresiva, en algunos casos,
poemas perfectos. De allí que su estructura, ver-
sificación y retórica sean imitadas, parodiadas o
parafraseadas por escritores y poetas de todos los
tiempos. En cualquier momento, la preceptiva o la
academia –qué más da– le buscan un espacio en la
convención literaria, la bautizan y la libran del pe-
cado de alma en pena que vaga entre los géneros,
desde las bellas letras hasta el bolero o el tango. En
el principio fue el verbo.
Los textos de la Biblia son denominados “sa-
gradas escrituras” y son, nada más pero tampoco
nada menos, “la palabra de Dios”. Imitarlos pues,
es una permanente tentación, no precisamente de
la carne, aunque en esta haya devenido el verbo. La
escultura, la pintura, la música, la literatura y el cine,
se han inspirado en la oración y el rezo. Para resu-
mir y no irnos muy lejos, un premio Nobel latinoa-
mericano, Pablo Neruda, recurrió a la forma y es-
tructura del Padre Nuestro en su “Canto a Bolívar”.
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