Page 12 - El Credo de Aquiles Nazoa
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angustia vi al conjuro de la Pavana de Fauré, salir

               liberada y radiante a la dulce Eurídice del infierno

               de mi alma; creo en Rainer María Rilke, héroe de
               la lucha del hombre por la belleza, que sacrificó
               su vida al acto de cortar una rosa para una mu-

               jer; creo en las flores que brotaron del cadáver

               adolescente de Ofelia; creo en el llanto silencio-
               so de Aquiles frente al mar; creo en un barco
               esbelto y distantísimo que salió hace un siglo al

               encuentro de la aurora, su capitán Lord Byron,

               al cinto la espada de los arcángeles, y junto a sus
               sienes un resplandor de estrellas; creo en el perro
               de Ulises, en el gato risueño de Alicia en el País

               de las Maravillas, en el loro de Robinson Cru-

               soe, en los ratoncitos que tiraron del coche de la
               Cenicienta, en Beralfiro el caballo de Rolando,
               y en las abejas que labraron su colmena dentro

               del corazón de Martín Tinajero; creo en la amis-

               tad como el invento más bello del hombre; creo
               en los poderes creadores del pueblo; creo en la
               poesía y en fin, creo en mí mismo, puesto que sé

               que hay alguien que me ama.






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