Page 574 - De mi propia mano
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Sea enhorabuena que la posición de ud. exija algún acto del más
                 positivo desprendimiento; mas no es ocasión de hacerlo. Puede llegar el
                 tiempo de acallar a sus calumniadores; pero el mejor acto que se presen-
                 ta, y que aprobará todo hombre de razón, es constituir el país y dar una
                 marcha sólida y estable a sus negocios. lo demás no es cosa digna de ud.
                 Separarse cuando tantos riesgos amenazan a la república por sólo justificar
                 su desprendimiento, es una medida extraña al carácter de ud.; y franca-
                 mente hablando, no será mirada en el mundo sino como una astucia, para
                 que en el combate de los partidos y cuando mil puñales despedacen la
                 patria, fuera ud. llamado como el salvador y conciliador. lo peor es que la
                 separación de ud. traería el choque de los partidos; ud. no sería entonces
                 indiferente a la suerte de la patria, y de grado o por fuerza tomaría a su
                 cargo el remedio de los males. Sus enemigos gritarían más y más que había
                 sido astucia; las circunstancias exigirían medidas demasiado fuertes que
                 darían lugar a que los demagogos de todo el mundo gritaran ¡tiranía!!; y
                 al cabo de ellas, yo no sé, ni si el prestigio de ud. bastaría a enfrenar las
                 pasiones desatadas, y a contener la desmoralización de los pueblos y del
                 ejército, que ahora mismo es tan difícil reducirlos a su deber, teniendo
                 ud. en los mandos a todos sus amigos, y revestido nada menos que de la
                 dictadura.
                    yo veo cuánto tiene ud. que sufrir, cuánto qué hacer; mas no hay ni
                 alternativa en qué elegir; la marcha de ud. está señalada por nuestra situa-
                 ción, y es preciso, o abandonar sus glorias adquiridas con tantos trabajos,
                 con tan generosos sacrificios, o constituir el país de un modo permanente
                 para que a la muerte de ud. se conserve la patria que ud. nos ha fundado,
                 y con ella se conserven sus glorias y su nombre. Si para alcanzar este bien
                 fuere preciso ver mil veces la muerte bajo los puñales parricidas, véase y
                 perezcamos también, porque moriremos con honra, mientras que en la
                 anarquía desapareceríamos con ignominia.
                    Nadie más cansado que yo de la carrera pública; he sufrido respectiva-
                 mente tanto como ud. y quizás más, porque me he visto en manos de los
                 facciosos, bajo de sus puñales y sin medios de defenderme siquiera contra
                 los más ingratos asesinos; mis mismos compañeros colombianos (aunque
                 pocos y no de los viejos patriotas) han deseado beber mi sangre por el


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