Page 548 - De mi propia mano
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aunque escribiré extensamente con andrade, diré aquí que he ob-
                 servado por todas partes un disgusto general por la guerra con el Perú.
                 Si el Gobierno tuviera fondos para llevarla a cabo, podría hacerla nacio-
                 nal; pero como a todo el mundo se le quitan sus mulas, sus caballos, sus
                 ganados, sus trigos y sus papas; y la recluta sin excepción comprende al
                 vago y soltero como al hombre que tiene diez o doce hijos, se ha hecho
                 tan odiosa esta guerra, que yo temo que en lugar de cooperación de los
                 pueblos suframos antes de poco, que el descontento llegue al colmo, y se
                 toque en la desesperación. el general Flores y todas las autoridades saben
                 esto, y que ya no existe en el sur ni opinión por la unidad de colombia;
                 pero me han dicho que tienen orden de levantar y mantener una fuerza de
                 diez o doce mil hombres, y es claro que el sur no puede sostenerlos.
                    estos pueblos conservan por ud. respeto y estimación; se prometen
                 mucho de la autoridad que ud. ejerce, pero si en lugar de beneficios sólo
                 sufren exacciones cada vez más fuertes y cada vez más violentas, perdere-
                 mos aun la esperanza de que ud. sea el lazo que los ligue a colombia.
                    Por el correo llegado hoy de Guayaquil he tenido noticias del Perú;
                 y las más importantes son las que contiene el papel adjunto. también va
                 otro con las de bolivia. No he visto los papeles del Perú que hablan contra
                 mí, porque me río de ellos. Más tarde yo los contestaré y el mundo me
                 juzgará.
                    adiós, mi General, ojalá que colombia reciba de la autoridad que ud.
                 ejerce ahora beneficios tan grandes en su organización, como los que le
                 debe cuando la ha creado y libertado.
                    Su cordial amigo y fiel servidor,


                                                                       a.J. de Sucre


                 O’Leary, t. i, pp. 504-505.











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