Page 189 - De mi propia mano
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godo) y ha eludido hasta responderme la carta que le escribí preguntán-
                 dole los particulares que ud. observará en la copia que paso oficialmente.
                 Sólo Martínez y alvarado han respuesto, pero no Santa cruz, Pinto, ni
                 Necochea. la opinión de este último es la de Martínez: Pinto responderá
                 luego porque es el jefe de chile y está de buenas con nosotros.
                    aunque me sea doloroso decir mi opinión, mi simple opinión respec-
                 to a la moral del ejército, debo exponerla a ud. yo creo que a muy pocas
                 excepciones, la ambición de la gloria militar y espíritu de honor nacional
                 están muy cambiados por miras particulares, y que la guerra del Perú tiene
                 el aspecto de unos negociadores con tropas a su mando para llevar al cabo
                 sus empresas de fortuna. Será uno de los trabajos de ud. destruir este senti-
                 miento fatal a la disciplina, e inspirar la buena moral que debe caracterizar
                 a un ejército que se llama libertador, y que si no observa una conducta
                 correspondiente a su título, convertirá los pueblos patriotas en enemigos
                 de los independientes. una prueba de esto es el desaliento de los pueblos
                 ya libres en nuevos esfuerzos, y la decadencia diaria de nuestra opinión.
                 Por fortuna, a los colombianos no se les comprende todavía entre los que
                 se muestran interesados.
                    No puedo dar a ud. una idea de la moral de la división de Santa
                 cruz; pero en general sus jefes y oficiales no se pueden contar a pocas
                 excepciones, entre los más aguerridos y veteranos. la gente que lleva es
                 buena pero él mismo me ha confesado que apenas tiene 3.000 soldados y
                 los demás, reclutas. Si él observa sus instrucciones progresará; pero si se
                 aventura a un combate, temo que los 2.000 hombres que tiene el general
                 español Valdés con algún pequeño refuerzo lo bata. Poseyendo como ba-
                 ses suyas el mar y teniendo un ojo en sus buques y otro en las provincias
                 interiores y los dos sobre el enemigo, hará algo. Si se le une la expedición
                 de chile, ya puede penetrar con más seguridad si nosotros marchamos
                 por aquí a impedir que lo carguen. Él tiene en sus buques la ventaja de
                 reembarcarse y venir a camaná para obrar por allí con la ventaja de ha-
                 cer en dos días de navegación, lo que los españoles tendrían que ejecutar
                 en 20. esta es la razón porque temo tanto la venida, si se verifica, de los
                 navíos españoles: nuestra movilidad será nula absolutamente comparada
                 a la de los enemigos.


                                          biblioteca ayacucho
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