Page 109 - De mi propia mano
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Será permitido sin embargo observar que en mi comunicación dirigida
                 al antecesor de V.S. propuse juramentar los oficiales mientras viniese un
                 documento fidedigno del número de los que debía el gobierno español al
                 de colombia, y procediésemos al canje de los indicados documentos, para
                 que unos y otros quedasen incorporados en sus banderas; pero siendo V.S.
                 testigo ocular de aquella verdad, es llegado el caso de ejecutar y realizar el
                 canje remitiendo a V.S. los recibos duplicados del número y clase de los ofi-
                 ciales de la República venidos de ésa para que haciendo con dichos recibos
                 el uso correspondiente en favor de los prisioneros del ejército español,
                 queden libres del juramento y en sus filias [sic] mientras que los nuestros
                 con el justo convencimiento de V.S. tomen las armas en las suyas.
                    los individuos que señala la nota adjunta habiendo sido heridos y con-
                 venídose oficialmente de entregarlos, no se consideraban prisioneros y están
                 por consiguiente fuera de todo compromiso. Por los otros dos que siguen en
                 la misma nota, se ha dado el canje, y se hallan excluidos del juramento. hago
                 a V.S. estas indicaciones de que acaso no estará impuesto.
                    Respecto del señor general Mires, es igual el recibo de su entrega para
                 canjearlo por el jefe que V.S. desea hacerlo personalmente; pero si V.S. lo
                 retiene, espero que será tratado con la consideración correspondiente a
                 su empleo.
                    he visto los objetos con que V.S. me significa que ha sido enviado a
                 estas provincias y me es complaciente informar: que celoso el gobierno
                 de Colombia de la felicidad de ellas, me destinó con el único fin de que
                 cumpliese sus deberes libertando la parte del sur en el departamento de
                 Quito. las tropas de mi mando, en desempeño de esta confianza, van a
                 continuar una lucha santa y justa, en que no hay otra conciliación que la
                 independencia. un país devastado tanto tiempo por la guerra sangrienta y
                 desastrosa que ha sufrido, necesita de un Gobierno propio, que anhelan sus
                 pueblos, para que remedie los males de las convulsiones políticas. Resueltos
                 a procurarnos este bien que el cielo concedió a todos los hombres desde
                 que pudieron pensar en la mejora de sus instituciones, todas las calamida-
                 des de la tierra que nos conduzcan los enemigos exteriores, en lugar de la
                 oliva de paz que nos ofrecen, no harán retrogradar la marcha heroica de
                 los colombianos, para elevar su patria a la dignidad de una nación, cuyos


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