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venezolano Alberto Naranjo, quien falleciera a ini-  FUENTES
                cios de 2020, y su Latin Jazz Big Band.
                Esta canción apareció en la película venezolana   Figueras, J. (1999)- El Panteón Nacional. Caracas: Ministerio de
                Yo quiero una mujer así, comedia dirigida por el   Interior y Justicia, Dirección General Sectorial del Ceremo-
                                                            nial y Acervo Histórico de la Nación.
                actor argentino Juan Carlos Thorry, la cual signifi-
                                                         Landaeta Rosales, M. (1906). Los Cementerios de Caracas des-
                có su debut como realizador, estrenada el 23 de   de 1597 hasta 1906- Caracas: Tipografía Herrera Irigoyen.
                agosto de 1950. Esta cinta fue galardonada por   Nazoa, A. (1987) Caracas Física y Espiritual. Caracas: Panapo
                la revista cinematográfica venezolana “Mi Film”   Núñez, E. B. (1988). La cuidad de los techos rojos. Caracas:
                en 1951 con el “Premio a la Mejor Película” por su   Monte Ávila Editores
                                                         Valery S., R. (1978) La nomenclatura caraqueña. Caracas: Er-
                gran éxito comercial y, también, recibió los Pre-
                                                            nesto Armitano, Editor
                mios del Sindicato de Actores y del Gremio Téc-
                nico a los rubros de Actor Cómico del Año (Ama-
                dor Bendayán) y Actriz de Cuadro (Elena Ferrán)
                en ese mismo año.
                En la misma aparece interpretando la pieza
                musical la orquesta Billo’s Caracas Boys canta-
                da por Manolo Monterrey y de un jovencísimo
                Renny Ottolina en una secuencia donde, tan-
                to ellos como los personajes principales están
                presenciando un concurso de belleza que se
                desarrolla en un hotel del Litoral Central en
                donde están hospedados.
                No tenemos noticias sobre historias asombro-
                sas  de los  residentes  de la urbanización Diego
                de Losada y alrededores. Es posible que los es-
                pantos decidieran mudarse para andar por otros
                derroteros; probablemente, solo en los primeros
                tiempos de confusión, hayan vagado por las ca-
                lles caraqueñas e inspiraran a Billo, el eterno ena-
                morado de Caracas, a dedicarles una oración a
                son de guaracha.



                    El muerto guarachero de las gradillas  ¦  81
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