Page 381 - Soy tu voz en el viento
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la cruz del Pastel
A José Miguel Monagas
En cada vuelta de camino
ponían una cruz los caminantes.
Todo viajero
para hacer pedestal junto al madero,
sin mirar hacia atrás, arrojaba una piedra
y fue creciendo alto el pedestal.
Alguna vez una mujer devota
colocaba una flor entre las piedras,
rezaba una plegaria, se persignaba
y proseguía cantando su canción.
Ya en las encrucijadas
no se detienen silenciosos los viajeros
para arrojar sus piedras a las cruces
sin mirar hacia atrás.
No hay flores en las cruces camineras
que seque el sol y se las lleve el viento;
las piedras se fundieron
entre la trenza negra del camino,
cruzan volando en olor de gasolina
los pasajeros distraídos.
Cruces de caminos
señalan Norte, Sur con sagitarias flechas.
Hay caminos sin cruces
y cruces sin caminos.
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