Page 355 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa


                     magdalena (Llorando):
                     Porque visto este sudario
                     color de zamura clueca,
                     mi vecindario me impreca
                     diciéndome: ¡Adeca, adeca!
                     ¡La adeca del vecindario!

                     jesús:
                     ¿Y por eso se te acosa
                     como a un animal inmundo?
                     Pues qué raro, niña hermosa,
                     porque, bien vista la cosa,
                     adeco aquí es todo el mundo.

                     Del interior o del centro,
                     ricachos o güelefritos,
                     aquí hasta los muchachitos
                     llevan su adeco por dentro.


                     Y alzando hacia el pueblo el brazo
                     le lanza el siguiente leco:


                     —¡Que el que no se sienta adeco
                     suelte el primer ladrillazo!


                     Todo el mundo se serena;
                     de armar la marimorena
                     ninguno tiene el valor,
                     y Cristo a la Magdalena
                     le susurra en la melena:


                     —¿No te lo dije, mi amor?

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