Page 216 - Escritos de ayer y hoy
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Vicente Gómez, cuya entrega de nuestra soberanía y recursos
            –primero asfalto y luego petróleo– van directo a ciudades nor-
            teamericanas; es decir, somos una especie de neocolonia donde
            todo se decide en América del Norte, imperio que empieza a
            desplazar a Inglaterra en una lucha interimperialista por los
            mercados del mundo, ante una crisis de sobreproducción, so-
            bre todo en las áreas de ferrocarriles, metalurgia, metalmecá-
            nica, automotor, aviación, etc.
               El ciclo nacional del capitalismo de libre competencia se
            agotó en el mundo a fines del siglo xix con la aparición del
            imperialismo –definido por Lenin–. En nuestro país no era ni
            es posible el desarrollo de un capitalismo nacional, teniendo
            a la burguesía como sujeto histórico dirigente; ni siquiera eso
            fue posible en los tiempos del general Isaías Medina Angarita
            en la década de los 40 del siglo pasado, cuando se habló del
            “ala luminosa del medinismo”. Ya el imperialismo yanqui, que
            es nuestro enemigo principal, ayer y hoy, estaba comprometido
            en el amplio teatro de operaciones que se desarrollaba en la II
            Guerra Mundial y los problemas del país no tenían la dimen-
            sión que hoy han alcanzado. Además, recordemos que solo
            con algunas medidas que beneficiaban al país, como el con-
            trol de cambios, la ley de hidrocarburos, ley del impuesto sobre
            la renta, que pechaban a los capitales extranjeros y generaban
            más recursos a nuestra patria, fueron suficientes para que el
            imperialismo norteamericano conspirara para derrocarlo, al
            igual que los grandes terratenientes y la burguesía comercial
            que se vieron afectados con la Ley de Reforma Agraria, que
            pretendía democratizar la propiedad territorial y las leyes de
            control cambiario que buscaban frenar la fuga de divisas.
               De esta manera se sucedieron dictaduras férreas, para fre-
            nar el movimiento de masas, y generales pitiyanquis –como
            decía Mario Briceño Iragorri–, que cuando se agotaron como
            forma de gobierno acudieron a las llamadas  “democracias

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