Page 202 - Escritos de ayer y hoy
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Con su inteligencia y audacia, sin dogmatismo, a temprana
            edad atina su convicción revolucionaria leyendo críticamente
            en la doctrina de los socialistas clásicos.
               Para mediados de 1967 lo conocí en las montañas de El
            Bachiller, del frente guerrillero Ezequiel Zamora, en las mon-
            tañas Mirandinas. El movimiento revolucionario de entonces
            sufría un proceso de confusión, de desmoralización y de divi-
            sión, como consecuencia de la derrota del movimiento armado
            de la década de los 60. Estábamos en una reunión política
            en un campamento con defensa circular y una posta llega al
            mando, notificando una novedad relativa a un ruido raro cerca
            del campamento; se dio la orden de alerta y salimos a una des-
            cubierta con FAL y AKA-47 que nos habían entregado una
            misión de voluntarios cubanos –las misiones de Cuba no es-
            tán desde ahora, ni es cosa reciente la vocación internaciona-
            lista de la Revolución cubana; nos viene del pasado histórico–.
            Cuba y su revolución siguen siendo esperanza de redención
            popular latinoamericana y caribeña, y hoy está hermanada con
            la Revolución Bolivariana, de tal manera que tenemos dos re-
            voluciones, dos pueblos, y dos comandantes.
               Desplegado sigilosamente, observo a mi lado izquierdo a
            Jorge, tendido y con una pistolita 7.65. Ese era el Jorge dis-
            puesto siempre a todo.
               El socialismo del siglo xix y xx agotó conceptualmente, filo-
            sóficamente, políticamente y militarmente el discurso ideoló-
            gico del capitalismo y su desarrollo superior del imperialismo.
            Es cuestión de apropiarnos creadoramente de esos conceptos,
            categorías y leyes, y confrontarlos con la realidad. Esa es la ta-
            rea de las y los revolucionarios.
               El capitalismo y su desarrollo superior, el imperialismo, ya
            para entonces no era perspectiva para la clase obrera, los pue-
            blos, la humanidad ni el planeta. Hoy, como ayer, la humani-
            dad se debate con el grito de Rosa Luxemburgo –comunista

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