Page 38 - Entre suenos y rochelas. Poemas y otros escritos
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—No hablaba solo maestra, usted sabe. Conversaba con mi
           abuelo árbol, quien siempre me anda contado sus milenarias his-
           torias, y me reía de ver cómo las hormigas y los pequeños grillos,
           emocionados, hacen rondas para disfrutar de los cuentos, pero
           siempre se quedan dormidos.
           —¿Se da cuenta que es verdad lo que digo?
           —Yo no lo he negado. Antes, yo tampoco creía que podía hacer
           tantas cosas, hasta que decidí aprender a volar. Los pajaritos y
           las mariposas, que viven en el rincón del techo de mi cuarto, me
           enseñaron.
           —Jajaja, ahora dice que vuela. Está de atar.
           —¿No crees que puedo volar? ¡Qué paradójico! No deberías lla-
           marte así.
           —¿Llamarme así?
           —¡Gaviota! Ninguna niña, que lleve tu nombre, debería dudar
           de su capacidad de vuelo.
           —¡Eso es verdad!
           —¡Ah pues, maestra! ¿Otra vez usted también se va a poner con
           eso? ¡Ay no! La verdad es que en este salón pasan las cosas más
           extrañas.
           —Terminó la clase. Abracen sus libros, liberen su mejor sonrisa
           y no olviden seguir soñando.


           Todos salieron, y en el florido jardín que da a la escuela, Gaviota,
           maravillada y con su sonrisa de luz, pudo ver cómo ambos, abra-
           zados y risueños, y escoltados por un halo de estrellas, poemas y
           turupiales, se perdieron volando entre las blancas nubes rumbo
           al sol.











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