Page 37 - Entre suenos y rochelas. Poemas y otros escritos
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Sumas y restas
(O “La historia de la Gaviota que aprendió a volar”)
—¿Vas a comenzar otra vez? ¡Maestra! Beto me está molestando.
—Beto por favor, deje de hablar y concéntrese en la lectura.
—Yo no la estoy molestando, maestra. Lo que pasa es que
Gaviota no está acostumbrada a que le lancen flores, ni le gusta
que le digan la verdad.
—¿La verdad? Puras mentiras, es lo que siempre dice.
—A ver Gaviota ¿Y qué es lo que le dice?
—Puras loqueras, maestra.
—¿Loqueras?
—Sí, fíjese que me dijo que me olvidara un rato de las tareas, que
no me preocupara, que si sacaba cero, él me lo cambiaba por un
sol.
—¿Por un sol?
—Sí, por un sol.
—Mmmm... Beto, ¿es verdad todo eso?
—Yo solo le dije que sus ojos son igualitos al mar visto desde el
cielo, que hasta se pueden ver los pececitos; y que si sonriera un
poco más, hubiese más claridad en el salón y más golondrinas
adornando las ventanas.
—Solo un loco puede decir ese tipo de cosas. Además, eso no fue
todo lo que me dijiste.
—¿Y qué más le dijo?
—Imagínese, me dijo que de vez en cuando hay que restarle
importancia a tanta letra y tanto número, y sumarse a las nubes,
a los versos y a las flores. ¡Definitivamente está loco!
—Que se te multiplique.
—¿Vio? ¡Dios me libre! De verdad que está loco. Ahora recuerdo
que una vez lo vi en el parque, riéndose y hablando solo.
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