Page 150 - Entre suenos y rochelas. Poemas y otros escritos
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de caraotas casi un saco
           y el pobre acepta ese atraco
           solo por necesidad.

           Decía vuelta una fiera
           la mujer de Don Camilo:
           —A mi me trajo ocho kilos
           de lentejas. ¡Qué arrechera!
           —Tranquila, mi reina, espera
           que hable con “Los Colectivos”
           y ahí veo qué te recibo,
           qué te cambio o qué te ofrezco,
           pero eso sí, le agradezco,
           que me tenga el efectivo.


           —Dios quiera terminen mal
           las que me han hecho la guerra,
           comenzando por la perra
           del Consejo Comunal.
           —Chama –le dice Irismar–,
           deja el rollo y lo ofensivo,
           deja que se crean los vivos
           y no hables así tan feo,
           mejor evítate un peo
           que esa es de “Los Colectivos”.


           No falta un vacilador
           ante todo este calvario,
           que sale de voluntario
           con un chiste alentador:
           —Ponga cuidado señor,
           mi doña, escuche la nota,
           pues si su caja esta rota



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