Page 582 - De mi propia mano
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y que no sabía qué hacer, porque en otras circunstancias en que no tuve
un peso, no me ofrecieron, ni de cumplimiento, un sueldo. yo no me
avergüenzo de decir que hay días que no tengo un real; pero, sin embargo,
vivo por la misericordia de Dios, y tal vez por la de mi mujer. así es y será
este desdichado mundo.
Mucho celebro de que lo veré a ud. pronto, y ojalá sea bueno ente-
ramente. Mi mujer y familia lo saludan cariñosamente.
Soy siempre su fiel amigo, atento servidor,
a.J. de Sucre
O’Leary, t. i, pp. 558-559.
224. No Me cabRÁ alcaNZaR Ni a loS ciNcueNta
Popayán, a 13 de diciembre de 1829
Mi querido Jerónimo:
ayer recibí tu carta de 9 de septiembre que fue hasta Quito y de allí me la
envía Marianita. ella es la que me ha dado el primer aviso de tu enfermedad
de los ojos y que he sentido sobremanera. extraño que ninguno de casa me
lo haya dicho, pero ahora me alegro, porque lo he sabido cuando ya estás
bueno. es preciso que te cuides mucho, pues, tienes una inmensa familia
a quien hacer frente y que sin ti quedaría en desamparo. la salud es el
mayor bien, porque con ella todo se puede, que es lo más precioso para
un padre de familia. consérvate, pues, para siquiera que veas a tus hijos
mayores establecidos. tendrás siquiera este consuelo, que no me cabrá,
ya que habiéndome casado tarde, empiezo a tener hijos cuando cargo con
treinta y cuatro años y mi salud está muy gastada para que alcance ni a los
cincuenta, si es que me toca muerte natural, en medio de este torbellino
de la Revolución, en que la vida es amenazada a cada momento.
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