Page 773 - De Angostura a Colombia EL COMBATE POR LA LIBERTAD Y UNA MAGNA REPÚBLICA EN 1819
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               los Estados Unidos tienen la doble condición de ser nuestro
             más grande y poderoso vecino y la primera potencia económica,
             científica y militar de los tiempos modernos. Nos movemos en
             la misma órbita y con ellos compartimos nosotros en la pequeña
             porción que corresponde a nuestras reducidas y limitadas capa-
             cidades la defensa de la civilización occidental.

          ¡Vivan los yanquis!

          No era la primera vez que un funcionario lamía las botas gringas. En
          1858 el periodista y político Florentino González Vargas (1805-1874)
          consideraba ideal “ser parte de la Unión Americana” porque “los Esta-

          dos Granadinos se hallarían en la misma condición que los Estados de
          Nueva York, Pensilvania y los demás de la Confederación” ya que “go-
          zarían de la protección que en el exterior puede darles el poder de aquel
          gran pueblo, y conservarían su gobierno propio y los medios de mejorar
          su condición interior, sin los riesgos de esas incursiones vandálicas de
          que ahora estamos amenazados”. Para él “Perderíamos una nacionali-
          dad nominal para adquirir una real, potente y considerada por todos

          los pueblos”, así “nuestra raza se mezclaría gradualmente con la raza an-
          glosajona”. Florentino González y Mariano Ospina Rodríguez (1895-
          1885), eran fieles seguidores de la doctrina capitalista del Laissez faire
          que se traduce en libre mercado, bajos o nulos impuestos, explotación
          del hombre por el hombre y mínima intervención de los gobiernos.

            Durante el gobierno de Marco Fidel Suárez (1918-1921) se desarro-
          lló la Doctrina Suárez, cuyo lema “respice polum” (mirar hacia el norte),
          indica su reptilismo: “El norte de nuestra política exterior debe estar
          allá, en esa poderosa nación, que más que ninguna otra ejerce atracción

          respecto de los pueblos de América”.
            En noviembre de 1928 el presidente Miguel Abadía Méndez (1867-
          1947) recibe una llamada de Washington en la que su amo Calvin
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