Page 154 - Soy tu voz en el viento
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dueño y señor de su instinto,
ordena vida y sustento,
crece y muere en la simpleza
que no inventa ni imagina.
Pájaro libre del aire,
fieras temibles del bosque,
leones melenudos, tigres de piel tornasolada,
sigilosas serpientes enroscadas,
mosca, zancudo, abeja, mariposa,
animales de zarpa o aguijón, de alas defendidos,
sabios hijos de la naturaleza,
el hombre es una fiera sin medida,
sin tener garras vigila,
sin aguijón agrede y pone a su servicio
cuanto se mueve y crece.
Acaso sabe más, pero no sabe
poner fin a la tristeza,
domeñar a su destino,
desatar nudo de penas
ni cortar cauce de lágrimas.
Nadie sabe cuánto sabe
quien no sabe casi nada.
Si comparas lo que sabes
con la sonda no da fondo,
en el aire es impalpable.
El saber como instrumento,
el saber como pantalla protectora
hace al hombre poderoso e invencible,
pero no le da la clave de su propia pequeñez
que lo abisma y lo confunde
y le fija su destino más abajo, más arriba,
donde el sueño inventa mundos
que se hacen, se deshacen, humo loco
que subiendo se consume,
nube tenue que bajando se disuelve.
El saber es solo un modo
de subir a las estrellas para aprisionar la luz,
de bajar hasta la hondura de sí mismo
para encontrar la semilla de una idea
poniéndola a crecer junto a la aurora,
viéndola florecer en el ocaso,
brilladora en la penumbra,
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