Page 12 - La Carta de Jamaica
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Colección
Herederos de Bolívar
no del fanatismo, que impide ver bien las cosas; un fanatismo religio-
so proveniente de una adoración a la Virgen de Guadalupe donde se
mezclan política y religión, ignorándose los poderes arcanos del dios
Quetzalcóatl. Después vendrán las guerras civiles formadas por los
partidos conservadores y reformadores, cada uno de acuerdo al efec-
to de obediencia a las potestades establecidas, es decir, una masa física
que equilibra la fuerza moral. Bolívar invoca aquí una vez más la unión
como concepto integrador, a objeto de fundar un gobierno libre, una
unión que no vendrá por prodigios divinos, sino por esfuerzos bien
dirigidos. Nos dice que América se halla entonces abandonada de las
naciones, aislada en medio del universo, sin relaciones diplomáticas ni
auxilios militares, y combatida por España, que posee más elementos
para la guerra que cuantos nosotros furtivamente podamos adquirir.
“Cuando los sucesos no están asegurados, cuando el Estado es
débil y las empresas son remotas, todos los hombres vacilan, las opi-
niones se dividen, las pasiones se agitan, y los enemigos las animan
para triunfar por ese fácil medio. Luego que seamos fuertes, bajo los
auspicios de una nación liberal que nos preste su protección, se nos
verá de acuerdo a cultivar las virtudes y los talentos que conducen a la
gloria; entonces seguiremos la marcha majestuosa hacia las grandes
prosperidades a que está destinada la América meridional; entonces
las ciencias y las artes que nacieron en el Oriente y han ilustrado la
Europa volarán a Colombia libre, que las convidará con un asilo”.
Este último párrafo de la Carta de Jamaica es una suerte de síntesis de
la esperanza que le aguarda a América, si se recupera a tiempo de todos
sus males a través del esfuerzo bien dirigido. Vale la pena hacer el ejerci-
cio histórico de contemporizar estas palabras en el momento actual, en
que un grupo de naciones desea despertar de la pesadilla neoliberal a la
que intentan conducirnos por todos los medios posibles. El propio Bolí-
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