Page 26 - Entre suenos y rochelas. Poemas y otros escritos
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Cien septiembres
Para la flor más hermosa... mi esposa amada
Estando un día una flor, aún en capullo,
en un jardín de encantos, la encontré,
ella esparcía su fragancia en pie
ante el amparo de ágiles cocuyos.
Con mil poesías, cánticos y arrullos,
a cada amanecer, yo la regué
y bajo un manto de ángeles logré
que aquella única especie, hoy sea mi orgullo.
Cada mañana, con gracia infinita,
la vi crecer, con besos de aguamiel:
otro color le dibujó un pincel,
se despidió de rosas, margaritas,
y anclada al vuelo de una mariquita,
se vino a florecer a mi vergel.
Dichoso, en su raíz pinté un riachuelo,
regalo que abonó sus frescas huellas
y ella me sorprendió, con tres estrellas,
que bajó cada vez que tocó el cielo.
Al brotar su rocío, me hago pañuelo,
son mi escudo los pétalos de ella,
y este prado, hoy es magia que destella
bendiciones, que afloran de su suelo.
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